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miércoles, 13 de mayo de 2009

¿En qué estaban pensando? Los italianos y la batalla naval de Lissa


Es increíble, pero aun proviniendo de una península y una serie de islas en el mediterráneo, los italianos no sirven ni para marineros. Esa es la conclusión a la que se llega después de revisar la Batalla de Lissa, que es el encuentro analizado en esta ocasión por la Benemérita, Real y Pontificia Asociación Mayor de Historiadores de la Región Lima Metropolitana.

Esta batalla naval tuvo lugar en 1866, el mismo año en que la flota peruano-chilena luchaba con la española en el Pacífico. Sin embargo, a comparación con la relativamente debilucha expedición española, la flota italiana en Lissa era considerablemente más poderosa. A la realidad geopolítica eminentemente naval de Italia habría que agregarle la de su adversario, el Imperio de Austria. Este imperio era eminentemente continental, y controlaba buena parte de Europa central y suroriental. Su salida al mar era relativamente angosta y difícil. En este sentido, Italia sería como Chile: orientado al mar y con considerable litoral; mientras que Austria era como Bolivia: poco litoral y orientado más hacia la política del interior. Y si a ello añadimos que tanto Austria como Bolivia eventualmente terminarían perdiendo sus respectivas salidas al mar el paralelo se hace mayor. Imagínense el papelón que habría hecho Chile si hubiera perdido un encuentro naval con la marina boliviana. Pues eso es exactamente lo que hicieron los italianos. Mamertos.

Obviamente, Italia no se iba a aventurar a invadir a Austria por su cuenta. Esperó a que se viera en guerra con la poderosa Prusia para atacar por la "puerta trasera". Y ni eso pudo, ni por tierra ni por mar. En los alrededores de la isla de Lissa, en el Adriático, se encontraron 12 acorazados y 17 buques de madera italianos contra meramente 7 acorazados y 11 buques de madera por parte de los austriacos. Era una ventaja de casi 2 a 1.

Los italianos se desorganizaron por completo, y sin que los austriacos los atacaran aun. Estos procedieron a romper la línea de aquellos y crear el caos en la flota italiana. Una vez que las flotas quedaron entremezcladas, empezaron los espolonazos, en que incluso los buques de madera austriacos se atrevieron a embestir a acorazados italianos. Cuando terminó el caos, dos acorazados italianos habían quedado en el fondo del mar, y los austriacos quedaron intactos. Los italianos se vieron obligados a retirarse.

Realmente, qué decadencia. Uno se habría imaginado que después de tamaña humillación los italianos habrían optado por el camino del pacifismo y de dedicarse a sobresalir en la cultura y las artes. Pero no. A lo largo de las siguientes décadas insistieron e insistieron. Y eso que aun no llegamos a la segunda guerra mundial.

Dicen que la locura es la condición de repetir la misma acción indefinidamente, esperando que el resultado sea diferente. ¿Será esto aplicable a los italianos?


1 comentario:

  1. Hmmm... estimado compañero de la Benemérita Real y Pontificia Asociación Mayor de Historiadores de la Región Lima Metropolitana en la humilde opinión de este servidor es errado subestimar a la marina austríaca comparándola con la boliviana. Debe recordarse que esta es en realidad la heredera de la marina veneciana, pues Venecia y su flota fueron anexadas al imperio habsburgo en 1797. Entonces, los austríacos no construyeron una marina de la nada sino sobre bases no menospreciables.

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