Ha habido todo un escándalo producido por la mano con la que el jugador Thierry Henry logró dar el pase de gol para la victoria de Francia sobre Irlanda -gol con el que clasificó aquella y eliminó a esta. Con toda justicia, los aficionados irlandeses se sienten robados y el jugador francés ha sido vilipendiado. Y merece serlo, especialmente recordando un incidente de honestidad en la historia reciente del fútbol.
Corría el año de 1997, y Liverpool y el Arsenal estaban en una lucha a muerte por el título de la liga Premier y les tocó un partido entre ambos, uno que prometía definir quién sería el campeón. En el transcurso del partido, Robbie Fowler quedó en un mano a mano con el arquero David Seaman. Cuando este salió a achicarlo estuvieron en muy cercana proximidad, y el atacante cayó estrepitosamente. El árbitro inmediatamente señaló el punto del penal.
Como sucede demasiadas veces en el fútbol, los atacantes no son tocados por sus rivales y sin embargo se "tiran a la piscina" y buscan obtener un penal ilegítimo. Y en realidad, eso había ocurrido, Fowler había pisado mal y había caído sin que Seaman le hubiera cometido foul alguno. Pero en esta instancia, Fowler hizo lo que Henry no. Fowler fue donde el árbitro, el público y las cámaras televisivas indicándoles a todos que el foul no existió. Pero el árbitro procedió como la FIFA: la cosa juzgada no puede ser cambiada. Simplemente ignoró las quejas del jugador que negaba haber recibido el foul.
Al mismo Fowler le tocó patear el penal, y lo hizo suavemente, para que Seaman pudiera atajarlo. Sin embargo, este cedió el rebote, y otro jugador del Arsenal anotó.
Todos podrán criticar a Henry, pero a la hora de la hora, son pocos los que tienen el espíritu para ser honestos, especialmente en un partido competitivo en que prácticamente se definía el título. Un grande.
Vean a partir de 2:08
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